martes, 6 de noviembre de 2012


JUEGO DRAMÁTICO...

     Lo que caracteriza a un niño como tal es su capacidad de jugar, de transformar una 
sábana en un refugio, en una capa de súper héroe, o en un disfraz de bailarina… Y a 
partir de allí, crear escenarios de juego donde esos personajes cobran vida: es el juego 
dramático. 
     Este es el juego propiamente dicho, ya que favorece las mayores posibilidades de creación de reglas y acuerdos para que éste se organice. 
     Cuando el niño ingresa en ese mundo de la ficción, del “como si”, ingresa en un espacio 
que deja de ser el habitual para pasar a ser ese espacio necesario para jugar (“esfera 
mágica del juego”), un espacio de fantasía donde seguramente aparecen elementos de la 
realidad que conocen. Como se señalaba anteriormente al mirar a un niño que juega, 
podemos ver qué es lo que él sabe de aquello a lo que está jugando, sus saberes 
adquiridos, y qué es lo que le falta saber para seguir jugando y enriquecer ese juego. 
     El juego dramático, además, se da en un tiempo diferente al real, donde éste pasa a un 
segundo plano. Se producen situaciones fuera de la realidad objetiva, pero es vivida por el niño como tal, porque compromete a los implicados en el juego y hace que se lo crean 
realmente. 
       En este juego, en el cual se simboliza una ficción real, se favorece el desarrollo de la 
creatividad. En este escenario con un espacio y tiempo propios tienen lugar la 
incertidumbre característica del juego espontáneo, lo que genera la necesidad de ir 
resolviendo diferentes situaciones y conflictos que se producen y de establecer nuevos 
acuerdos.
    Es necesario, además, permitir jugar la agresividad. El juego es el primer instrumento que el niño tiene para enfrentar y metabolizar estas problemáticas. No es lo mismo que un niño sea agresivo a que pueda poner en juego la agresión, velando la misma a través de la ficción del juego. Para esto es imprescindible que el docente pueda tener una actitud lúdica que lo disponga a ver las cosas desde un lugar diferente al del exceso de realidad; desde sus gestos, desde su mirada, desde sus distintas intervenciones, puede acompañarlos desde dentro del juego mismo.
     Para realizar un juego dramático podemos partir de una poesía, de una imagen, de un cuento, de una canción... Tengamos en cuenta, sin embargo, que el juego dramático no es simple representación. Tomemos por caso que el juego dramático venga sugerido por un cuento. No se trata de representar el cuento para que él publico capte "la trama". El cuento será el punto de partida de una búsqueda de un preguntarse cosas, de un resolver cuestiones no definidas en el relato.

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